DragonSlayers
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La leyenda del Mundo de Warcraft (WoW) Parte 5: El retorno de la legión ardiente (3/3) (1/2)

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Mensaje  ShadowMiten Sáb Ago 06, 2011 5:34 pm

Ésto se acaba, pero aun queda un tocho más por leer XD
El Fin de la Eternidad

Con el heroico sacrificio de Grom Hellscream, el Señor del Foso Mannoroth fue derrotado, y la maldición demoníaca que había esclavizado a los orcos llegó a su fin. Entonces, las fuerzas combinadas de orcos y humanos se adentran en el bosque de Ashenvale para construir una fortaleza donde ambas fuerzas puedan enfrentarse a la Legión, sin saber a ciencia cierta contra qué van a enfrentarse.

Sin saberlo, entre las sombras otro enemigo los acecha. Tyrande Whisperwind, la Sacerdotisa de la Luna, líder de las Centinelas Elfas Nocturnas durante más de diez mil años, cree que la presencia de los extranjeros solamente traerá dolor a su encantada patria. La arquera Shandris Feathermoon interrumpe a Tyrande mientras esta se encuentra en comunión con el bosque. La Sacerdotisa siente que algo oscuro se acerca, pero no se encuentra segura de su identidad. Shandris sugiere que pueden ser los pieles verdes que asesinaron a Cenarius, pero Tyrande cree que hay algo peor, por lo que convoca un búho invisible para explorar el área. El ave mágica vuela sobre el bosque y descubre la base de la Alianza y la Horda, donde los nuevos aliados planean talar los árboles para construir su fortaleza. Este hecho irrita a Tyrande, por lo que ordena a las Centinelas repeler cualquier intento de los extranjeros de penetrar en Ashenvale.

Conforme las tropas de Tyrande exploran el área, encuentran una tribu de furbolgs. El anciano chamán de la tribu se prepara para movilizar a su pueblo, debido a que siente que una malvada presencia se avecina sobre el bosque. Sin embargo, muchos de los miembros de su tribu se han extraviado en su viaje a la aldea, y el chamán solicita a la Sacerdotisa ayudarle a buscar a los fulborgs perdidos, a lo que Tyrande accede.

Durante su trayecto al asentamiento enemigo, Tyrande va liberando furbolgs cautivos, por lo que el chamán decide ayudarla en su combate enviándole a sus mejores guerreros. Con la aldea furbolg evacuada, Tyrande prepara su ataque contra los extranjeros, los cuales están comandados por el Duque Corazón de León, un paladín de Lordaeron que siguió a Jaina hacia Kalimdor. Mientras hay una encarnizada batalla entre las Centinelas y los extranjeros, repentinamente la base es atacada por una inmensa ola de muertos vivientes y demonios. Superados en número, Tyrande ordena a sus fuerzas replegarse en la profundidad del bosque.

Tres horas más tarde, en algún lugar en las faldas del Monte Hyjal, Tyrande y sus arqueras sobrevivientes escapan de las fuerzas de la Legión y el Azote, pero finalmente son acorraladas por la Guardia del Apocalipsis, y las arqueras son asesinadas. Archimonde y Tichondrius se materializan y confrontan a Tyrande, y ella se asombra de observar nuevamente a Archimonde después de diez mil años. El demonio proclama que la Legión ha vuelto para consumir Azeroth, y que esta vez, los Kaldorei no podrán detenerla. En el momento en que la Guardia del Apocalipsis se dispone a matar a Tyrande, ésta se fusiona con la sombra y desaparece de la vista. Archimonde, urioso, ordena a la Guardia encontrar a la Sacerdotisa antes de que escape de la zona. Tyrande, que reaparece una vez que se han marchado, comprende que éste es el día largamente temido por las Centinelas, en que la Legión reaparecería sobre el mundo. Rápidamente, se adentra en el bosque para advertir a sus hermanas.

Aprovechando la noche, Tyrande se escabulle por el bosque, eludiendo las patrullas de la Guardia del Apocalipsis y los puestos de observación de los muertos vivientes, hasta que finalmente, luego de cruzar el río, logra llegar a una base de las Centinelas, las Shadowleaves, la cual está seriamente dañada. Shandris, quien se encuentra a cargo de la base, le informa del sorpresivo ataque del Azote, pero Tyrande le advierte que el verdadero enemigo es la Legión Ardiente. Como última salida, Tyrande decide despertar a los druidas, quienes duermen el Sueño Esmeralda desde hace diez mil años.

Al día siguiente, en las afueras de los sagrados Claros de la Luna, las Centinelas se preparan para recuperar el Cuerno de Cenarius, un poderoso artefacto que es el único que puede despertar a los druidas de su profundo sueño. Sin embargo, los orcos, inadvertidamente, han construido una base cerca de donde descansa el Cuerno, por lo que las Elfas se ven obligadas a luchar con ellos para llegar al Cuerno. Para complicar las cosas, los muertos vivientes han empezado a deforestar el bosque para llegar al Túmulo donde descansa el druida más poderoso, que no es otro que Shan’do Malfurion Stormrage. Si el Azote llega antes de que él despierte, todo se habrá perdido.

El camino es largo y peligroso, pero finalmente, las Centinelas de Tyrande logran derrotar a los ancestrales Guardianes del Bosque, hijos de Cenarius que protegen el Cuerno, y recobrar a tiempo el precioso artefacto. Tyrande sopla el Cuerno, y Malfurion se levanta de su sueño. Inmediatamente, siente la cercana presencia de los muertos vivientes, e invoca un ejército de treants para derrotar a los invasores.

Dos días más tarde, en la profundidad del Valle de la Primavera y el Invierno, Malfurion agradece a Tyrande el haberlo despertado, pues él, en la profundidad del Sueño Esmeralda, podía sentir la corrupción de Kalimdor. Tyrande, sin embargo, se encuentra resentida con él por haberla dejado sola por diez mil años. Malfurion sospecha que Archimonde tratará de llegar a la cima del Monte Hyjal e intentará absorber los poderes mágicos del Árbol del Mundo. Si esto sucede, la fuente de la vida en Azeroth será destruida y el mundo estará condenado. Mientras discuten esto, una cercana batalla entre humanos y muertos vivientes capta su atención. Malfurion piensa que talvez los extranjeros podrían ser útiles aliados contra la Legión, pero Tyrande no confía en ellos. Los Elfos Nocturnos deciden establecer una nueva base y despertar a los Druidas de la Zarpa, los cuales duermen cerca del Valle.

Durante el camino, ejércitos de la Alianza y la Horda luchan contra los muertos vivientes, obligando a los elfos a movilizarse con cautela. Entonces, se encuentran con los furbolgs que Tyrande anteriormente había ayudado. Lamentablemente, estos no lograron escapar, pues al acercarse a una fuente a beber agua, ésta había sido corrompida, y los furbolgs se habían vuelto locos y violentos. Profundamente dolida, Tyrande se ve obligada a acabar con ellos. Para horror de los elfos, una parte del bosque lentamente ha caído bajo el influjo maligno de un oscuro espíritu, el cual deberá ser destruido para poder restaurar a los ancestrales espíritus del bosque. Finalmente, luego de destruir a un grupo de Ancestros corrompidos por los Sátiros de Ticondrius, Malfurion y Tyrande llegan al Valle, y usando el Cuerno de Cenarius, Stormrage despierta a los Druidas de la Zarpa.

A la mañana siguiente, en las cavernas de los Túmulos Profundos de Monte Hyjal, Malfurion y Tyrande buscan a los Druidas de la Garra. Malfurion previene a sus tropas, pues los Túmulos Profundos han estado sellados por casi tres mil años, por lo que no se sabe que oscuras criaturas habrán hecho su hogar en los perdidos túneles. Adicionalmente, Malfurion no sabe como los Druidas de la Garra responderán al ver a los otros Elfos Nocturnos por primera vez desde que entraron en el Sueño Esmeralda. Tyrande lo apresura, pues mientras más tiempo pase, más corromperá el poder de la Legión los bosques de la superficie.

Luego de luchar dentro del laberinto con una horda de arañas gigantescas, Tyrande y Malfurion se topan con una tribu de furbolgs. En ese momento, Tyrande observa que aquel chamán que había ayudado, había logrado escapar de la corrupción de sus hermanos, y que una pequeña parte de la tribu sobreviviente se había escondido en las cavernas. Sin embargo, el chamán había sido mordido por una araña venenosa. Para salvarlo, Tyrande busca una fuente mágica de la vida, cuyas aguas restauran la salud del chamán. Una vez más, en retribución, el chamán le otorga un poderoso Talismán de lo Salvaje, para que los Elfos invoquen la ayuda de los furbolgs siempre que la necesiten.

Continuando su viaje, en la parte más profunda de la caverna, encuentran una enorme puerta cerrada. Tyrande no recuerda qué se oculta tras la puerta, pero Malfurion le dice lo que ésta representa: la prisión de Illidan Stormrage, su hermano gemelo. Tyrande cree que Illidan sería un perfecto aliado contra los demonios y los muertos vivientes, pero Malfurion no concuerda, pues Illidan es demasiado peligroso como para traerlo de nuevo a la superficie del mundo. Tyrande, furiosa, declara que solamente Elune puede prohibirle cualquier cosa, y penetra a la prisión junto a sus Centinelas para liberar al Cazador de Demonios. Malfurion, resignado, continúa junto a sus druidas la búsqueda de sus hermanos.

Malfurion, finalmente, alcanza el corazón de los Túmulos, pero para penetrar debe luchar contra un grupo de Guardianes Wildkin, los cuales defienden a los “dioses oso”. Stormrage se preocupa por esto, dado que los druidas normalmente se presentan con su forma de elfo, y no como “dioses oso”. Más adelante, las fuerzas de Malfurion se enfrentan a un pequeño grupo de dragones negros que se ha refugiado en la oscuridad de las cavernas. Recordando la traición del Dragón Negro Neltharion en la Guerra de los Ancestros, Malfurion los destruye. Sin embargo, el siguiente descubrimiento del Shan’do es aún más terrorífico.

Los Druidas de la Garra habían estado en su forma de oso por tanto tiempo, que habían sucumbido a sus instintos animales y se habían vuelto feroces y poco inteligentes. El Cuerno de Cenarius los había despertado ya, pero Malfurion necesitaba encontrar un lugar para hacer sonar de nuevo el Cuerno y hacerlos entrar en razón. Los Druidas del Talón invocaron sus poderes de ciclón, con el objeto de neutralizar a los Druidas de la Garra sin hacerles daño. Pronto los druidas recapacitan y vuelven a su forma de elfo, disculpándose con Shan’do Stormrage. Rápidamente, todo el grupo vuelve a la superficie.

Mientras tanto, Tyrande y las Centinelas se adentraban en la prisión de Illidan, luchando contra las Guardianas, una élite especial de Elfas Nocturnas que hacen de carceleras. La prisión se encuentra fuertemente resguardada, pero la fría determinación de Tyrande de derrotar a la Legión la ayuda, y las Guardianas no son rival para las Centinelas. Pronto, Tyrande llega frente a la formidable celda de Illidan. Allí, debe enfrentarse a Califax, el poderoso Guardián del Bosque, hijo de Cenarius. Califax le advierte que no debe permitir la salida del traidor, sin embargo, Tyrande está decidida, y luego de una gran batalla con el Guardián, la Sacerdotisa logra vencerlo. Después de diez mil años prisionero bajo el subsuelo, la voz de Tyrande parece la de un ángel para Illidan. Él le pregunta porqué ha venido, y ella le responde que los demonios han regresado y que los Elfos Nocturnos, una vez más, necesitan a su gran campeón. Illidan acepta ayudar, pero lo hará para redimirse así mismo y no por los Kaldorei.

Una vez fuera de las cavernas, el grupo de Tyrande se encuentra con Malfurion y los druidas. El reencuentro de los dos hermanos no es nada alentador: Malfurion le recuerda a Illidan su traición, y éste le reprocha el haberlo aprisionado, a lo que Malfurion responde que fue consecuencia de sus propios crímenes. Illidan le recuerda que ambos lucharon juntos contra los demonios, pero solamente él fue encerrado. Tyrande interrumpe la discusión y arenga a los hermanos a reconciliarse para poder derrotar a la Legión, pero Malfurion no quiere tomar parte y se marcha con los druidas.

Al anochecer siguiente, en lo más profundo de los corrompidos bosques de Felwood, Illidan saborea su libertad. El Cazador de Demonios quiere probarle a su hermano que no es un villano, que los demonios ya no tienen control sobre él. En ese momento, sobre una cercana colina, aparece una tétrica figura: es Arthas, el Caballero de la Muerte. Ambos empiezan a luchar, pero conforme avanza la pelea, se dan cuenta que sus fuerzas están muy equiparadas y podrían seguir luchando por siempre, por lo que Illidan le pregunta a Arthas qué es lo que realmente busca, y el Caballero de la Muerte le explica que un Señor del Terror, llamado Tichondrius, tiene bajo su control un poderoso artefacto, que es el que corrompe el bosque. Este artefacto es nada menos que la Calavera de Gul’dan, el brujo orco, que Tichondrius ha rescatado del colapso de Draenor luego de que Ner´zhul abrió los portales. Arthas desea que Illidan robe este artefacto, pues la derrota de la Legión sería muy útil para “su Maestro”. Illidan le pregunta por qué ha de creerle, y Arthas le responde que su maestro sabe que la verdadera obsesión de Illidan es el poder. La Calavera de Gul’dan le dará al Cazador de Demonios verdadero poder, y todos sus enemigos serán derrotados. Una vez cumplida su misión, Arthas se aleja. Sucumbiendo a su antigua adicción a la magia y al poder de la que siempre fue esclavo, Illidan guía a sus fuerzas para atacar a los guardianes de la Calavera.

A pesar de poseer dos bases de Sátiros y Ancestros corruptos que protegen una puerta demoníaca, y estar reforzados por cientos de guerreros esqueletos, las fuerzas de la Legión no pueden detener el avance del Cazador de Demonios, quien barre con ellos como antaño lo hiciera, utilizando para ello las poderosas Espadas Curvas de Azzinoth. Derrotados los guardianes, Illidan se dispone a destruir la Calavera de Gul’dan. Sin embargo, su adicción le ataca una vez más. En lugar de destruir para siempre la Calavera, reclama su poder para sí. Al consumir sus oscuros poderes, Illidan sufre una monstruosa metamorfosis y se transforma en un híbrido de Elfo Nocturno y Demonio, con el suficiente poder para derrotar al mismo Tichondrius. Una nueva y terrible batalla a lo largo del bosque de Felwood se desarrolla entre Illidan y las fuerzas de Tichondrius.

Finalmente, luego de un enorme combate, Illidan encuentra al Nathrezim rodeado por su guardia personal. Tichondrius no reconoce a Illidan, y el Cazador de Demonios reta a Tichondrius a una batalla. Aunque el Señor del Terror tiene inmensos poderes, la combinación de los poderes demoníacos de Gul’dan y la magia elfa de Illidan ahora lo hacen un retador impresionante, y Tichondrius el Oscuro es finalmente derrotado.

Mientras Illidan se encuentra exultante por su victoria sobre el Señor del Terror y sus nuevos poderes, Tyrande y Malfurion llegan. El Shan’do pregunta al demonio qué ha hecho con su hermano y no le reconoce hasta que Illidan explica sus acciones. Entonces, ambos elfos se enfurecen al ver que Illidan sacrificó su alma para vencer a Ticondrius, y el Archidruida inmediatamente expulsa a Illidan de Kalimdor para siempre. Illidan se da media vuelta, y se adentra en el bosque, derribando los árboles a su paso.

La Batalla del Monte Hyjal
“…y ahora, es mi turno de menguar y tomar mi lugar entre las leyendas del pasado.”

Dos días después, en un tranquilo claro del Monte Hyjal, Tyrande y Malfurion discuten acerca de un sueño que el Shan’do tuvo la noche anterior. Malfurion soñó que un cuervo lo llamaba hacia ese claro. Tyrande se encuentra impaciente pues las preparaciones para el combate contra la Legión no pueden esperar. En ese momento, Thrall y Jaina Proudmoore llegan al claro, refiriendo que ellos fueron llamados a ese lugar también. Tyrande les deja claro que los orcos y los humanos no son bienvenidos en Ashenvale.

Justo en ese instante, un gran cuervo aparece entre los líderes y se metamorfosea en el Profeta. Una vez más, habla a los héroes sobre la unión de todos los ejércitos como única opción para salvar al mundo de los demonios. Cuando Malfurion pregunta al Profeta acerca de su identidad, el misterioso viajero finalmente revela sus secretos.

Él es la razón del regreso de la Legión. Hace treinta y cuatro años, él abrió el Portal Oscuro y trajo a los orcos al mundo de Azeroth. En el proceso, inadvertidamente dejó pasar a los agentes de la Legión Ardiente a la realidad mortal. Por sus crímenes, fue asesinado por sus amigos. Luego de su muerte, la guerra devastó los reinos del este por muchos años, dejando muchas regiones desoladas Ahora, finalmente, ha regresado para redimirse de sus pecados y hacer lo que tenía que hacer desde el principio. El es Medivh, el Último Guardián de la Orden de Tirisfal, y ha venido para unir a las razas mortales contra los enemigos de todo lo que vive. Los héroes, paralizados por las grandes revelaciones, acuerdan rápidamente unir sus fuerzas contra Archimonde el Profanador y la Legión Ardiente.

A la mañana siguiente, cerca de la cima del Monte Hyjal, los Elfos Nocturnos, la Horda y la Alianza planean su defensa de la montaña. Jaina aparece en la reunión y porta terribles noticias. Archimonde, la Guardia del Apocalipsis, los Infernales, los Señores del Foso, los Señores del Terror, los Sabuesos del Infierno y el Azote se encaminan hacia el Árbol del Mundo, y llegarán a las bases de los aliados en cualquier momento. Malfurion revela que los Elfos Nocturnos derrotaron a la Legión hace diez mil años, y gracias al Árbol del Mundo, son inmortales. Ahora es el momento de devolverle ese poder al Árbol del Mundo para que él les pueda ayudar a repeler a Arquimonde y salvar Azeroth de la aniquilación. El Shan’do inmediatamente parte hacia la cima de Hyjal para planear la acción.

Mientras tanto, los otros acuerdan que los Centinelas de Tyrande proveerán soporte y ayuda a las bases de la Alianza y la Horda y las protegerán del avance de la Legión. Esto le dará a Malfurion tiempo suficiente para preparar las defensas de Nordrassil. Antes de que la reunión se deshaga, Tyrande se disculpa con Thrall y Jaina por mal juzgarlos y ella les da la bendición de Elune. Los cuatro líderes saben que muchos de sus valientes caerán ese día, pero si el plan de Shan’do Stormrage funciona, no morirán en vano.

En ese momento, Shandris alerta que Archimonde el Profanador ha dado la orden de ataque, y las fuerzas de élite de los demonios de la Legión junto a los guerreros del Azote asaltan la montaña. Ayudado por tres de sus más grandes lugartenientes, el temible Señor del Foso Azgalor, el Nathrezim Anetheroc y el Lich Jaina y sus humanos, altos elfos y enanos levantan una gran resistencia con sus torres y barricadas. Al final, la base de Jaina es la primera en caer, aunque las fuerzas de Arquimonde sufren grandes dificultades. Sobre las ruinas de las fortificaciones de lady Proudmoore, Arquimonde levanta una nueva base.

La Legión avanza hasta la base de la Horda, y luego de una gran defensa por parte de los orcos, los tauren y los trolls Darkspear, finalmente logran derrotarlos. Archimonde confronta a Thrall, amenazándolo con destruir a su raza por rebeldes, pero el joven orco le responde que ellos, al fin, son libres. Thrall finalmente es rescatado por Jaina. Una vez más, los defensores se ven obligados a retroceder ante el feroz ataque de los invasores. Ahora, únicamente la base de los Elfos Nocturnos de Tyrande resiste el ataque. Aun así, los ejércitos mortales logran infligir un gran daño a las fuerzas de Archimonde, y se ganan un poco de tiempo para que Shan’do Stormrage finalice la trampa.

La Alianza, la Horda y los Elfos Nocturnos hacen su defensa final en base de los Kaldorei, y la batalla llega a su punto álgido. Archimonde, minimizando la gran resistencia de los ejércitos mortales, desata toda la furia de la Legión y el Azote. Olas de muertos vivientes y Guardianes del Apocalipsis chocan contra los defensores del campamento de Tyrande y luchan contra los venerables Ancestros y treants. Sabuesos del Infierno atacan a los poderosos magos humanos, chamanes orcos y druidas elfos nocturnos, y Dragones de Hielo y Gárgolas atacan desde los cielos, mientras las Centinelas les lanzan cientos de flechas y los Wyvern, Grifos y Quimeras luchan por sacarlos del espacio aéreo. Iracundos guerreros esqueletos, necrófagos, zombis y abominaciones se enfrentan a las disciplinadas fuerzas de los paladines, los fusileros enanos, los hechiceros altos elfos, los guerreros orcos, los poderosos tauren, los trolls Darkspear y las cazadoras elfas nocturnas de Shandris. Los furbolgs, bajo el mando de su chamán, en retribución a la ayuda que tantas veces recibieron de Tyrande, se han unido a la batalla. Los Trolls Oscuros, cuyas tribus pueblan Ashenvale, han comprendido que la única salvación de su raza es aliarse con Tyrande y los suyos, aunque sea como mercenarios. Heridos, disminuidos, los defensores se retiran hasta el Árbol del Mundo. Shandris Feathermoon ha caído heroicamente defendiendo Nordrassil. Archimonde, sintiendo la victoria al alcance de la mano, arrasa la montaña, derribando al suelo las estructuras de los Elfos Nocturnos. Seguro de su triunfo sobre las razas mortales, el Eredar inicia el ascenso de Nordrassil y se prepara para drenar su poder.

Sin embargo, Malfurion informa a sus aliados que las defensas están completas y que Arquimonde camina directamente a la trampa del Shan’do.

Tomando el Cuerno de Cenarius en sus manos, Malfurion lanza un largo sonido que no se escuchaba desde la Guerra de los Ancestros. Uno por uno, los Espíritus del Bosque dejan los árboles de Ashenvale y comienzan a rodear el Árbol del Mundo y a Archimonde. El demonio se da cuenta de lo que ocurre, pero es tarde. Los poderes combinados de Nordrassil y los Espíritus de Ashenvale son superiores al Señor de los Demonios, y la energía es tan poderosa, que finalmente, Archimonde se consume.

Con su último aliento de agonía, Archimonde explota y envía una onda de fuego de arrasa con el bosque. Cientos de acres son quemados, y Nordrassil sufre severas quemaduras. El Líder de la Legión Ardiente es destruido. Asombrados y confundidos, los demonios huyen hacia los bosques, donde más tarde serán cazados y muertos.

Medivh observa como los ejércitos de las razas mortales celebran su victoria. Miles de vidas se han perdido y el mundo de Azeroth ha sido severamente dañado. Sin embargo, si los humanos, los orcos y los elfos nocturnos pudieron dejar atrás los viejos rencores y unirse, talvez el mundo aún tiene esperanzas.

Su tarea está completa. Medivh se prepara para dejar Azeroth para siempre y tomar su lugar entre las leyendas del pasado.

Continúo con la parte (3/3) (2/2)

Si les gusta denme repuuuuu XD
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